Frente al silencio.

Frente al silencio.

martes, 19 de noviembre de 2019

Charles Bukowski (Arder en el agua, ahogarse en el fuego)





La tragedia de las hojas


desperté a la aridez y los helechos estaban muertos,
las plantas en maceta amarillas como el maíz;
mi mujer se había ido
y las botellas vacías cual cadáveres exangües
me rodeaban en su inutilidad;
aun así, el sol seguía pegando fuerte
y la apergaminada nota de mi casera era de una
amarillez tenue e indulgente; lo que hacía falta ahora
era un buen humorista, a la antigua usanza, un bufón
con chistes sobre el dolor absurdo; el dolor es absurdo
porque existe, nada más;
afeité minuciosamente con una cuchilla vieja
al hombre que una vez fue joven y
aseguró poseer genio; pero
esa es la tragedia de las hojas,
los helechos muertos, las plantas muertas;
y entré en un pasillo oscuro
donde la casera se alzó
imprecatoria y definitiva,
para mandarme al infierno,
agitando los brazos fofos y sudorosos
y gritando
pidiendo a gritos el alquiler
porque el mundo nos había decepcionado
a los dos.





encerado


tío, dijo, sentado en la escalera
desde luego tu coche necesita que lo laves y lo enceres
te lo hago por 5 pavos,
tengo cera, tengo trapos, tengo todo
lo que necesito.

le di los 5 y me fui arriba.
cuando volví a bajar cuatro horas después
estaba sentado en la escalera borracho
y me ofreció una lata de cerveza.
dijo que ya se ocuparía del coche al día
siguiente.

al día siguiente volvió a emborracharse y
le presté un dólar para una botella de
vino. se llamana Mike y era
veterano de la segunda guerra mundial.
su mujer trabajaba de enfermera.

al día siguiente bajé y estaba sentado en las
escaleras y dijo,
estaba aquí sentado mirando tu coche, ¿sabes?
y me preguntaba cómo voy a hacerlo,
quiero hacer un buen trabajo.

al día siguiente Mike dijo que se avecinaba lluvia
y desde luego no tendría sentido
lavar y encerar el coche si estaba a punto de llover.

al día siguiente también amenazaba lluvia,
y al siguiente.
luego no volví a verle.
una semana después vi a su esposa y me dijo:
se han llevado a Mike al hospital,
está todo hinchado, dicen que es de la
bebida.

escucha, contesté, dijo que iba a encerarme el
coche, le di 5 dólares para que me encerara el
coche.

está en la UCI, dijo,
es posible que se muera...

estaba sentado en su cocina
bebiendo con su esposa
cuando sonó el teléfono.
me pasó el auricular.
era Mike. Escucha, me dijo, ven a
recogerme, no aguanto este
sitio.

fui hasta allí en coche, entré en el
hospital, me llegué hasta su cama y le
dije, vámonos, Mike.

no quisieron darle la ropa
así que Mike se fue hasta el ascensor en
bata.

entramos y resulta que el ascensorista era un
chaval con una piruleta en la boca.
no se puede salir de aquí en bata,
dijo.

pon en marcha este trasto, chaval, le dije,
ya nos ocupamos nosotros de la bata.

Mike estaba todo abotargado, el triple de su tamaño,
pero de alguna manera le hice entrar en el coche
y le di un cigarrillo.

paré en la bodega para comprar una docena de cervezas
y luego seguimos adelante. Bebí con Mike y su esposa hasta las
11 de la noche.
luego me fui arriba...

¿dónde está Mike?, le pregunté a su mujer 3 días después,
ya sabes que dijo que iba a encerarme el coche.

Mike ha muerto, respondió, ya no está.

¿quieres decir que ha muerto?, pregunté.

sí, ha muerto, dijo.

lo siento, dije, lo siento mucho

llovió una semana entera después de eso y supuse que la única
forma de recuperar los 5 era acostarme con su mujer
pero, hay que ver,
se marchó 2 semanas más tarde.

se mudó a su apartamento un viejo de pelo cano
que no veía de un ojo y tocaba el corno francés.
con él no tenía la menor
posibilidad.






hojas de palmera


exactamente a las 12.00 de la noche
1973-74
Los Ángeles
empezó a llover sobre las
hojas de palmera delante de mi ventana
las bocinas y los petardos
estallaron
y retumbaron.

me había acostado a las 9
encendí la luz
subí las mantas:
su alegría, su felicidad,
sus gritos, sus sombreros de papel,
sus automóviles, sus mujeres,
sus borrachos aficionados...
la Noche Vieja siempre me
aterra

la vida no sabe nada de años.

ahora han cesado las bocinas,
los petardos y el trueno...

todo acaba en cinco minutos...
lo único que oigo es la lluvia
sobre las hojas de palmera,
y pienso:
no entenderé nunca a los hombres,
pero he
sobrevivido.




Charles Bukowski. “Arder en el agua, ahogarse en el fuego”. 2015, Visor.



miércoles, 13 de noviembre de 2019

Itziar Mínguez Arnáiz (Pura coincidencia / Kointzidentzia Hutsa)




UNI VERSO

ya no me acuerdo de cómo era yo
                          / antes de ser tan tuya

es un verso demasiado largo para ser
un solo verso

decido partirlo en dos
por una cuestión de ritmo

ya no me acuerdo de cómo era yo
antes de ser tuya

pero no es lo mismo
no se pueden quebrar las verdades
quiero decir
las certezas

la certeza es la hermana rica
de la verdad

ya no me acuerdo de cómo era yo
                         / antes de ser tan tuya

(UNI BERTSO

jada ez dut gogoratzen nolakoa nintzen ni
                            / hain zurea izan aurretik

neurtitz luzeegia da
bertso lerro bakarra izateko

bitan partitzea erabakitzen dut
erritmo kontuagatik

jada ez dut gogoratzen nolakoa nintzen ni
hain zurea izan aurretik

baina ez da gauza bera
ezin dira egiak hautsi
esan nahi dut
ziurtasunak

ziurtasuna egiaren
ahizpa aberatsa da

jada ez dut gogoratzen nolakoa nintzen ni
                       / hain zurea izan aurretik)




POEMAIL

me gusta
amor
cómo suena mi nombre en tu boca

me gusta cuando repites mi nombre
cuando lo dices muchas veces seguidas
como si no hacerlo fuera
quedarse con las ganas de más
o dejar a medias una tarea
muy importante
de la que dependen
la vida
y el pulso

me gusta cuando dices mi nombre
porque es como si me dijeras a mí
y diciéndome me hicieras
una
mujer
nueva


(EPOSTAPOEMA

atsegin dut
laztana
nola entzuten de nire izena
zure ahoan

atsegin dut nire izena errepikatzen duzunean
jarraian askotan ahoskatzen duzunean
horixe ez egitea
gehiagorako gogoz geratzea
balitz bezala
edo lan garrantzitsu bat
erdizka uztea
zeinaren menpe dauden
bizitza eta
pultsua

atsegin dut nire izena ahoskatzen duzunean
ni ahoskatuki baninduzu bezalakoa baita
eta ni ahoskatzean
emakume
berri bat
egingo baninduzu bezala)






VUELTA E IDA

desandar las palabras
nunca tachar
tachar es echar cal viva
sobre lo dicho
lo escrito
lo pensado
alguna vez

quieres desandar lo vivido
pero solo puedes retroceder
sobre tus pasos
reconociendo un camino que
alguna vez te supo de memoria
buscando encajar su barro
en tus huellas

ahora
se clava la tierra seca en los pasos
y un escalofrío de recuerdos
te rasga la piel

nuevo de abril
de dos mil siete


(ETORRI-JOANA

hitzak desibili
inoiz ez urratu
urratzea kare bizia botatzea da
inoiz
esandakoaren
idatzitakoaren
pentsatutakoaren
gainean

bizitakoa desibili nahi duzu
baina soilik atzera egin dezakezu
zure urratsen gainean
bide bat ezagutuz
inoiz buruz ikasi zintuena
bere lokatza zure urratsetan
sartu nahian

orain
lur lehorra iltzatzen da pausoetan
eta hotzikaraz betetako oroitzapen batek
azala urratzen dizu

bi mila zazpiko
apirilak bederatzi)



Itziar Mínguez Arnáiz. “Pura coincidencia / Kointzidentzia Hutsa”. 2010, Editorial Point de lunettes.




domingo, 10 de noviembre de 2019

José Manuel Arango (La sien en el puño)





VIII. HÖLDERLIN

quizá la locura
es el castigo

para el que viola un recinto sagrado
y mira los ojos de una animal
terrible




XV. ROSTROS

detrás de los muros hay rostros

a esta hora en que la gente calla en muchos cuartos
y los objetos se alargan para entrar en la noche

a través de las puertas de los hospitales las caras de los
      niños
y sus ojeras como gruesos trazos hechos con el índice

ancianos de cráneo sonoro, lleno de memoria
y putas que tocan los diez pequeños desiertos de sus
      yemas
                                   el ojo
                                   en el hueso

detrás de los muros hay rostros
sobre las camas con ruedas de los hospitales
que viajan a la muerte




XII

porque es
amada
otra vez el comienzo
si

ebrios de un vino oscuro, poseídos
de un fuego oscuro
nos damos a los juegos sagrados de la noche

para que sean nuestros rostros máscaras
que prefiguran rostros
y nuestros cuerpos sombras
que prefiguran cuerpos






XXXII

tal vez en el origen
los liga un parentesco
sagrado

y no hay solo
deseo
en el temblor de sus manos
cuando la tocan

tal vez
un miedo reverente
lo agita, lo quiebra
su voz

porque en el laberinto
de las sangres
él es su hermano y ella
su hermana

(del vientre de la noche
como niños gemelos
renacen una y otra vez
desnudos
y el alba con su leche
los amamante)




PALABRA DE HOMBRE

La palabra
como una moneda
sopesada en la palma,

lanzada contra el muro de piedra
para oír su timbre,

mordida
para saber su ley.



José Manuel Arango. “La sien en el puño, Antología poética”. 2017, Eolas poesía.



sábado, 9 de noviembre de 2019

Mircea Cartarescu (El Levante)



Fragmentos:



<<Flor de los mundos, ola verde de piedras preciosas festonada, mares que surcan veleros de oro cargados de pimienta y canela como peines que recorren cabellos perfumados, gota de rocío en la que se confunden las nubes y el cielo, oh, Levante, donde el céfiro hincha los carrillos y sopla sobre la inmensidad de las aguas, ¡qué sentimientos tan poderosos avivas en mi pecho! Oh, Levante, dichoso Levante, ¿cómo es que no sientes mi turbación, mi cólera? ¿Cómo es que tu ojo de brillos ambarinos no ve la noche que colma mi pecho, la congoja que invade mi mente desde que desperté de mi letargo y comprendí que soy rumano? ¿Por qué no tendré miles de ojos, como Argos, para poder llorar con miles de lágrimas el terrible estado de mi pueblo, prisionero de los lobos y de las alimañas que desgarran el seno de Valaquia con sus garras afiladas?>>
***


Sé que todo lo que existe en este mundo es pompa, que Leonardo, Tasso, Shakespeare y Musina son la misma cosa, y que no se distinguen del mendigo de la puerta del monasterio. Vanidad de vanidades e ilusión de ilusiones. Platón habla de un cielo que no se encuentra en este mundo: allí se concibe la idea de ventana, la única real. Lo que el carpintero construye en madera y denomina ventana es solo un reflejo, y el escritor, cuando escribe <<ventana>>, crea el reflejo de un reflejo. Montes de cristal, reyes de trapo, vidas de viento, mares de reflejos. Y aunque todo fuera real, no sería eterno. Una flor puede durar miles de años, pero si luego se marchita, es como si no hubiera existido jamás, es el sueño de un sueño. El amor es nostalgia y el poder es hastío. Imaginemos, sin embargo, que todo es eterno. Ni aun así tendría valor. Nuestro universo es un mundo entre miles de puntos que se unen para formar otros mundos de fuego, que, contemplados desde muy lejos, se reducen a cristales y latón, caracolas, paños, ciruelos o nubes. Así que no resultaría sorprendente que nuestro universo fuera un átomo en un tiesto en el crece una adelfa, o el átomo de una cucaracha que corretea por un mundo que es a su vez un átomo del tallo de un tomate. Entonces, ¿por qué escribo, si mi escritura carece en cualquier caso de valor, cuando se ha escrito ya sobre Hamlet y sobre Orestes, y cuando yo no podré jamás igualar a los maestros? Miguel Ángel tenía mármol, yo solo tengo moldes de halva. Pero en los momentos en que no tengo nada que leer y no me apetece escuchar música, me sumerjo en un mar de dulces y sosegadas ensoñaciones, se me aparece un genio que coloca una pluma en mi mano:
Perezoso mortal, salta tu vida, cierra los párpados y ábrelos en otro mundo que está esperando a ser creado por ti.








Flor de los mundos cuyos pétalos destilan veneno, media luna que tiñes de oro las torres de cuarzo, sueño de la esclava perezosa que, en cojines de seda, deja entrever su pesado trasero a través de los bombachos de Shiraz, oh, Levante, islas de un mar límpido como el cristal, cajón con olor a tomillo y jengibre que Dimov no llegó a describir en un poema, decena de tronos horrorosos en los que reposan decenas de Hangerli, oh, Levante, Levante feroz como ese niño loco que incrusta clavos en un gatito dormido, ¿quién puede aspirar tu negra tristeza en su pecho y seguir vivo? Cuando comencé este poema, ¡qué alegre y despreocupado estaba! Me parecía un juego hacer que convivan en mi epopeya la espada de un hombre y un pecho tierno, sacar del portaplumas estilos sofisticados, como el monje que ilumina el pergamino con miniaturas. Pensaba escribir, sobre un fondo musical de espineta y clavecín, alguna aventura marítima, una especie de opereta, pues estaba hastiado de la poesía de nuestra época... Así como el confitero enrosca pirulís rosas y azules, entrelazaba también yo, humilde escriba, frases, levantando no la torre de Babel,sino únicamente la tarta de Flaubert. ¿Quién habría imaginado jamás que del capullo de seda de la Ensoñación, de la Poesía, iba a brotar, aleteando, un mundo nuevo? ¡Señor, Señor, te doy las gracias! ¡Has utilizado mi frágil carne para construir algo sobrenatural, has vislumbrado otra vez mundos fantásticos a través de mi cenagal de sangre! ¡La bola mágica reposa de nuevo en la palma de mi mano izquierda! Pero a partir de ahora soy polvo, mi cuerpo está hecho añicos, reducido a cenizas, pues no puedes tocar al Ángel sin ser despedazado...




Mircea Cartarescu. “El Levante”. 2015, Impedimenta.



miércoles, 6 de noviembre de 2019

Ramón Sampedro (Cartas desde el infierno)




LA METAMORFOSIS



No puedo concederte lo que no es mío,
ya que hoy es todo tuyo lo que mío fue ayer.
Recuerda que me dijiste que estabas sola y sentías
frío.
Te has olvidado, acaso, que te dejé para cubrirte
aquella noche todo mi ser.

Hay en cada entrega una metamorfosis
y lo que se entrega jamás se puede volver a poseer.
Cierto que a veces nos es devuelto el ser después
de amado.
Pero, aunque parezca que es siempre el mismo,
acaba siempre de renacer.

Como no quiero que me devuelvas ese ser mío al
que has amado,
hazme un favor, si puede ser.

Tú me dijiste que te gustaba sentirlo cerca.
Si no te importa, me gustaría que te lo quedases.
Siempre ha tenido como ideal acariciar
eternamente el corazón de una mujer.

***


Fragmento:

      Me preguntas si me desespero. No, solo que ya no tengo nada que hacer aquí. Solo recordando la vida no se puede vivir. Tiene que haber un equilibrio entre el cuerpo y la mente. Si uno de los dos falla, falla el mismo proyecto que la vida ideó. ¿De qué sirve que se conserven en la memoria intactos todos los sentimientos, fantasías y pasiones intrínsecas a todo ser humano, si solo sirven para atormentarme con deseos que jamás se podrán realizar? No es desesperación. Es lógica racional. La idea de la muerte en estas circunstancias es más que un simple deseo de separarse de la vida. Es el deseo de terminar una existencia que no encaja dentro de las leyes de mi razón.
      No hay belleza posible, porque no queda esperanza. Y cuando a la vida no le queda belleza, nos ofrece la muerte, la poesía del sueño que busca la razón. No hay que darle más vueltas. El ser humano no acepta su mortalidad porque la ley universal del miedo a la muerte no se lo permite. Una persona puede sobrevivir con la ayuda de sus semejantes. Puede y debe de ser así, si él solicita su ayuda. Pero, cuando uno no puede sobrevivir por sus propios medios, y solicita ayuda a los demás, los demás deben prestarle esa ayuda que él solicita, no la que los demás quieran darle de acuerdo con sus prejuicios morales.

***



LAS ALTERNATIVAS DE LA REHABILITACIÓN


Cuando un tetrapléjico expresa su voluntad de no serlo, es decir, de morir, la ética médica no debería consistir en rebajar con sedantes su nivel de conciencia normal hasta que se dé por vencido y acepte la negociación con el sistema de rehabilitación, que acepte sus condiciones de buen trato, amabilidad y afecto. Y que cada vez que se rebela contra la humillación del dolor vea cómo le aumentan las dosis de sedantes. ¡Eso no es respeto a la libertad de conciencia del otro!
      Así es como se rehabilita a la persona, se la domestica: o acepta o se vuelve loco. Para los que se vuelven locos, aunque no son muchos, siempre hay a mano algún calificativo. Por ejemplo, que la persona tenía tendencias suicidas. Cuando al ser humano lo dejan libre para vivir, amar y pensar, siempre se eleva espiritualmente, éticamente. La vida tiene toda la sabiduría y el conocimiento del universo, no necesita la protección obligatoria de juristas, médicos, teólogos y toda clase de castas dominantes que se convierten en paternalismos crueles.
      Claro que debe de haber un sistema de rehabilitación, pero si su único fin es conseguir que la persona acepte y se resigne ante cualquier desequilibrio, un buen propósito puede convertirse en una aberrante tortura, en un infierno interesadamente planificado.
      La alternativa de la rehabilitación será ética cuando sea una voluntad personal, pero si es una imposición, no. Cuando la única alternativa que le queda a la persona es la de soportar un sufrimiento involuntario, porque así se lo impone la moral de los demás, a esa persona rehabilitada a la fuerza, o condenada al infierno en vida, para disimular que lo han vencido no le queda más alternativa que besar la mano de sus verdugos rehabilitadores. ¡No hay mejor protector de una vida que su propio dueño!


Ramón Sampedro. "Cartas desde el infierno". 1996, Planeta.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Charles Simic (Picnic nocturno)





CAMAS DESHECHAS


A ellas les gustan las habitaciones sombrías,
el papel pintado caído,
las brechas en el techo,
las moscas en la almohada.

Si te apetece tumbarte,
no te sorprendas,
no te importarán las sábanas sucias,
el chirrido de los muelles oxidados
mientras te pones cómodo.
La habitación es un oscuro cine
donde están poniendo
una vieja película en blanco y negro.

Una imagen borrosa de cuerpos desnudos
en el momento de la dulce indolencia
que sigue al sexo
cuando el más malvado de los corazones
llega a creer
que la felicidad puede durar para siempre





EL SECRETO DE LA HABITACIÓN
AMARILLA


La pereza es lo mejor. Recostarse en un sofá
vestido con una bata china
con las ventanas abiertas al calor,
la brisa despertando a las hojas.
Las moscas adormecidas en el techo.

La suave quietud de una tarde de verano,
como flotar con los ojos cerrados
boca arriba en un estanque
a rebosar de lirios de agua
e inhalar su aroma mientras se acarician.

La luz y la sombra se entretienen
en el techo, las hojas suspiran una vez,
después, ni tan siquiera eso.
Estupor majestuoso. Perturbado solo a medianoche
para encender la pequeña lámpara amarilla.





NUEVAS ZAPATILLAS ROJAS


Toda una vida de noches en vela
no puede alterar el curso de los acontecimientos.
Aún así, ¿cuándo ha evitado esto
que sigamos intentándolo, amigo mío?
O eso le dije al perro que me seguía.

Los campos y las orquídeas estaban en flor.
La carretera por la que caminábamos
serpenteaba lentamente por su exuberancia
sin prisa por alcanzar un destino.
Mi corazón era el trino de un gorrión
en un montón de mierda fresca de caballo.

¡Felicidad en todos los frentes!
Excepto por los dos cuervos de ahí delante
que aguardaban sin prisa con la esperanza
de que uno de nosotros fuera atropellado por un coche.
Aquello provocó que el pobre chucho se lanzara tras ellos
en una frenética persecución, acompañada de
un justo ladrido, ¡que lo decía todo!






LA VIDA DE LOS ALQUIMISTAS


El gran proyecto fue siempre borrarse a sí mismo,
reaparecer como algo completamente diferente:
La almohada de una joven mujer enamorada,
una bola de pelusa pretendiendo ser una araña.

Los funestos hastíos de las noches de lluvia en el campo
manoseando las páginas de ilustres eruditos
que ofrecen consejo sobre cómo proceder
      con la transmutación
de un fragmento de tiempo en eternidad.
El verdadero maestro, recomendaba uno de ellos,
necesita cien años para perfeccionar su arte.

Entretanto, el pequeño misterio de la sartén,
el olor del aceite de oliva y del ajo flotando
de una habitación vacía a otra, la gata negra
frotándose contra tu pierna desnuda
mientras tú te arrastras hacia la luz lejana
y el tintineo de las copas en la cocina.




Chales Simic. “Picnic nocturno”. 2018, Valparaíso.


jueves, 31 de octubre de 2019

Thomas Bernhard (El origen)



Fragmentos:


Siempre me había gustado ir a los cementerios, eso me venía de mi abuela por parte de madre, que había sido una apasionada visitadora de cementerios y, sobre todo, de depósitos de cadáveres y capillas ardientes, y que, muy a menudo, y de pequeño, me llevaba con ella a los cementerios para enseñarme los muertos, los que fueran, sin parentesco alguno con ella, pero sin embargo expuestos siempre en los cementerios, siempre la fascinaron los muertos, los muertos expuestos, y siempre trató de transmitirme esa fascinación que era una pasión, sin embargo, al levantar a mi persona hacia los muertos expuestos solo me había aterrorizado siempre, todavía hoy veo con mucha frecuencia cómo me llevaba a los depósitos de cadáveres y me levantaba hacia los muertos expuestos y cómo me sostenía en alto tanto tiempo como podía aguantar, una y otra vez sus lo ves, lo ves, lo ves, y cómo me sostenía hasta que yo lloraba, y entonces me dejaba en el suelo y miraba ella todavía largo rato a los muertos expuestos, antes de que saliéramos otra vez del lugar de las capillas ardientes.
***


Quien está a favor del deporte tiene a las masas de su lado, quien está a favor de la cultura, las tiene en contra, decía mi abuelo, y por eso todos los gobiernos están siempre a favor del deporte y en contra de la cultura. Como toda dictadura, también la nacionalsocialista se hizo poderosa y casi dominó al mundo por el deporte de masas. En todos los Estados las masas han sido conducidas con andadores, en todas las épocas, por medio del deporte, no puede haber un Estado tan pequeño ni tan insignificante que no lo sacrifique todo por el deporte. Pero qué grotesco era, sin embargo, ir al campo de deportes de Gnigl para competir allí por insignias de vencedor, pasado por delante de centenares de heridos graves de guerra, en su mayoría casi totalmente mutilados, que eran descargados literalmente en la estación central como una mercancía engorrosa y defectuosamente embalada.
***




La comunidad, como sociedad, no descansa hasta que no ha elegido a uno como víctima entre muchos o pocos y, a partir de entonces, ese se convierte en el que, por todos y en toda ocasión, es taladrado por el dedo acusador de todos. La comunidad, como sociedad, encuentra siempre al más débil y lo expone sin escrúpulos a sus risas y a sus siempre nuevas y siempre horribles torturas de burla y de escarnio, y para inventar inventos siempre nuevos y siempre más hirientes para esas torturas de burla y escarnio es de lo más inventivo. Solo hay que mirar siempre a las familias, en las que encontramos siempre una víctima de la burla y el escarnio, donde hay tres seres humanos uno es siempre objeto de burlas y escarnio, y una comunidad mayor, como sociedad, no puede existir siquiera sin una de esas víctimas o sin varias de esas víctimas.



Thomas Bernhard. “El origen”. 1990, Anagrama.




jueves, 24 de octubre de 2019

Karl Ove Knausgard




Fragmentos:


      La vida es sencilla para el corazón: late mientras puede. Luego se para. Antes o después, algún día ese movimiento martilleante se para por sí mismo y la sangre empieza a correr hacia el punto más bajo del cuerpo, donde se concentra en una pequeña hoya, visible desde fuera como una zona oscura y blanda en la piel cada vez más blanca, a la vez que la temperatura baja, los miembros se endurecen y el intestino se vacía. Los cambios de las primeras horas ocurren tan lentamente y se realizan con tanta seguridad que recuerdan algo ritual, como si la vida capitulara según determinadas reglas, una especie de gentlemen´s agreement por el que se rigen también los representantes de lo muerto, ya que siempre esperan a que la vida se haya retirado para iniciar la invasión del nuevo paisaje. Entonces, en cambio, es irrevocable. Nada puede ya detener a las enormes colonias de bacterias que empiezan a expandirse por el interior del cuerpo. Si lo hubieran intentado tan solo unas horas antes, se habrían encontrado con una gran resistencia, pero ahora todo está quieto en torno a ellas, y penetran cada vez más en lo húmedo y lo oscuro. Alcanzan los canales de Havers, las criptas de Lieberkühn, las islas de Langerhans. Alcanzan la cápsula de Bowman en los riñones, la columna de Clarke en la médula espinal, la sustancia negra del mesencéfalo. Y alcanzan el corazón.

***


      Lo único que no envejece de la cara son los ojos. Son igual de claros el día que nacemos que el día que morimos. Es cierto que sus venas pueden reventar y las retinas se vuelven más mates, pero su luz no cambia nunca. Hay un cuadro que me acerco a ver cada vez que voy a Londres y que me conmueve con la misma fuerza cada vez. Es el autorretrato del Rembrandt tardío. Los cuadros del Rembrandt tardío suelen caracterizarse por una rudeza casi inaudita, en la que todo está subordinado a la expresión de ese determinado momento, como resplandeciente y sagrado, hasta ahora algo inigualado en el arte, con la posible excepción de lo que Hölderlin logra en sus poemas tardíos, por muy incomparable que suene, porque donde la luz de Hölderlin conjurada en el lenguaje es etérea y celestial, la luz de Rembrandt es conjurada con el color: el de la tierra, el del metal y el de la materia: pero este cuadro, que se encuentra en la National Gallery, está pintado de un modo algo más cercano al clasicismo realista, más cerca de la expresión del joven Rembrandt. Pero lo que representa es al viejo Rembrandt. A la vejez. Todos los detalles del rostro son visibles, todas las huellas de la vida están estampadas en él, se dejan seguir. La cara tiene surcos, arrugas, bolsas, está ajada por el tiempo. Pero los ojos son claros, y aunque no son jóvenes, al menos parecen fuera de ese tiempo que por lo demás caracteriza su cara.

***



      Yo tenía casi treinta años cuando vi un cuerpo muerto por primera vez. Fue en el verano de 1998, ua tarde del mes de julio, en una capilla de Kristiansand. Había muerto mi padre. Yacía sobre una mesa en medio de la sala. El cielo estaba nublado, la luz dentro era grisácea, en el césped fuera de la ventana se movía lentamente un cortacésped. Yo estaba con mi hermano. El agente de la funeraria había salido para dejarnos a solas con el muerto, del que nos encontrábamos a unos metros de distancia, mirándolo fijamente. Tenía los ojos y la boca cerrados, la parte de arriba de su cuerpo estaba vestida con una camisa blanca, la de abajo con un pantalón negro. Me estremecí al pensar que por primera vez sería capaz de escrutar ese rostro sin impedimento alguno. Tenía la sensación de estar abusando de él. Al mismo tiempo sentía hambre, algo insaciable me exigía que mirase sin parar ese cuerpo muerto que unos días antes había sido mi padre. Estaba familiarizado con sus facciones, me había criado con esa cara, y aunque no la había visto con la misma frecuencia en los últimos años, apenas pasó una sola noche sin que soñara con ella. Estaba familiarizado con las facciones, pero no con la expresión que había adquirido. Un oscuro tono amarillento de la piel, además de la perdida de la elasticidad, contribuían a que la cara pareciera tallada en madera. Lo leñoso imposibilitaba cualquier sentimiento de cercanía. Ya no estaba viendo a un ser humano, sino algo que se parecía a un ser humano. Al mismo tiempo procedía de entre nosotros, y lo que había sido seguía dentro de mí como un velo sobre lo muerto.



Karl Ove Knausgard. “La muerte del padre (Mi lucha.I)”. 2012, Anagrama.